Días después de haber vuelto, la villa sigue ejerciendo su magia en nosotros.
Es que hay lugares que son así, te conquistan el alma y te ablandan el corazón. Te dan un pedacito de si, para que lo lleves contigo y te exigen a cambio un cachito de tu alma, para dejarla guardada hasta que vuelvas. Y esa parte nuestra, que ya no lo es, porque ahora es de las sierras, nos llama, mezcla de susurro y gritos, que nos pide que volvamos una vez más.
Es seguro que volveremos a Villa Serrana, y será como volver al hogar.
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